PUTA
Así deberían ser todas las declaraciones de intenciones, como una patada en la boca del estómago. Y así es el 5 álbum de estudio de Zahara. Un viaje de dolor y angustia, expectativas y desilusión, totalmente crudo y desgarrador. Pero a la vez liberador y terapéutico. Un alegato de esperanza y salvación.
Dentro del ciclo de conciertos de Nits de Vivers ofrecidos por Vibra Mahou, y tras haber disfrutado de veladas junto a grupos como Novedades Carminha, Los de Marras, M-Clan, Shinova o Leon Benavente, con un montaje espectacular y todas las medidas necesarias dada la situación actual, la cantante nos presentaba un disco en el que la artista se rompe en mil pedazos. Pero logra recomponer como un puzle esas vivencias y experiencias personales dolorosas que han sido la clave y que han dado como fruto uno de los mejores álbumes españoles del año, en un viaje sensorial y evocador que va mucho más allá, y que deja muy atrás a la artista delicada y naive del comienzo de su carrera.
La noche empezaba con la local Jimena Amarillo sobre las tablas. Con la tremenda espontaneidad y naturalidad que le confieren sus 20 años recién cumplidos se presenta a sí misma como una chica que se cree rapera, y nos los demuestra con temas como Cuando ya no me quieras o Todo lo que siento por ti. Muy divertida con sus comentarios entre canciones se ganó rápidamente a la gente con su humildad y rimas con gancho.
Hasta que, tras introducción sonora con Pena, penita, pena, salen los protagonistas principales de la noche.
Empezando sin preambulos, ella a la batería, Joaquín Martí Perarnau IVa los teclados y Manuel Cabezalía la guitarra, suena Flotante.
Y así comienza un periplo por los temas que nos ha ido regalando a lo largo de los años pero centrado en sus últimos trabajos a los que, en muchos ocasiones, les añade una base rítmica que les otorga una gran fuerza. En un concierto que oscila y va desde lo acústico a la electrónica con todos los registros intermedios posibles.
Desde una oscura versión de Camino a LA, de su segundo álbum, La Pareja Tóxica, a Ramona, cantada con gran fuerza y rabia.
Aprovecha el momento para dar las gracias a fans y compañeros por creer en ella y, en ese momento, la de Úbeda rompe a llorar, suponemos que de pura frustración por lo últimos acontecimientos (ayer los fascistas de VOX presionaron en Toledo para que se retirara el cartel de la gira porque suponía una “ofensa extrema” a la virgen María).
Todo esto ocurre acompañada de dos bailarinas que la siguen en sus coreos y completan el equipo sobre el escenario. Porque, que nadie se equivoque, esa dulcísima y melódica voz que parece hecha de piel de melocotón pero que, a la vez, tiene una potencia portentosa, y que en muchos temas parece más que declame que que cante las letras, no necesita de estatismos para su ejecución. Y es que esta chica menuda es un torbellino de energía que, cuando no está tocando la guitarra o la batería, está siempre en movimiento.
Es así como prácticamente rapea Joker, clara crítica a la sociedad y los Cayetanos. Los abusones que justifican en sus propias miserias sus actitudes prepotentes con aires de superioridad.
Para poder coger un poco de aire y bajar revoluciones pasamos a una fase más tranquila y sensible sonando Negronis y Martinis en una preciosa versión con ella a la guitarra acústica o Guerra y paz en duo con Perarnau al piano.
Y vuelven al ataque. Y suena Sansa, una confesión que parece escrita con sangre, asfixiante y opresiva, aunque la ternura en la voz de Zahara le confiere una extraña luz y deja hueco para la esperanza. Fundamentales son las interpretaciones Taylor o Merichane, probablemente el single más emblemático del disco (venía a significar “la puta del pueblo”, y era el apodo que le pusieron en el colegio a la propia Zahara con 12 años).
Ya concluyendo el directo nos tienen reservada una larguísima extended versión de la fusión entre Hoy la bestia cena en casa y Berlin U5, que es una de las pocas concesiones dentro de Puta para el baile y que consigue trasformar el concierto en una fiesta de las de antes, con sonido atronador y una base muy contundente digna del mejor techno alemán que nos recordaba a las sesiones que cierran de madrugada los escenarios grandes de los festivales veraniegos (Zahara, esto no se hace, que estamos morriñosos y no nos dejan levantarnos de las sillas).
Finalmente, Dolores nos manda a la cama.
Y así es como la artista nos muestra todas sus heridas y cicatrices en un ejercicio de nobleza y honestidad como pocas veces se ven en este mundo, y en el que busca su redención con una catarsis colectiva en estos momentos de revolución social donde siguen saliendo a la luz situaciones que deberían haber quedado en un pasado muy lejano, siendo el resultado de una gran brillantez, con una mujer empoderada y autosuficiente sobre el escenario del ciclo de conciertos Vibra Mahou de Nits de Vivers donde todavía y durante lo que queda de mes podremos disfrutar de los directos de Los Secretos, Sidonie, Corizonas o Barón Rojo entre otros. https://nitsdevivers.com/tickets/
Piquitos para todos