Bienvenidos (o bem vindos) a Vilar de Mouros

Vilar de Mouros, el (cartesiano y fronterizo) Woodstock portugués.

Fue en 1971, fecha de la primera resurrección de este festival (el inicial, más folklórico y fadista, se remonta a 1965), cuando se bautizó como el “Woodstock portugués”. 

Y, efectivamente, con el festival de la granja en el estado de Nueva York, tiene alguna similitud, salvando las obvias distancias.

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En ambos casos el ambiente que se respiraba era de despertar contracultural, desperezamiento hippie y movimientos protesta, en grandísima medida debido a que ambos gobiernos tenían entre manos sendos conflictos armados de cuestionada naturaleza: los marines yankis se habían liado la manta a la cabeza y llevaban años a tiros con los charlies en una incruenta y retorcida carnicería; y, por su parte, las tropas lusas se enfrentaban a las guerrillas del Frelimo en Mozambique intentando sofocar la insurrección de la colonia ultramarina.

Finalmente, la guerra de independencia mozambiqueña se acabó con el final del régimen salazista, cuando se alzó parte del ejército al son de Grândola, Vila Morena, canción retransmitida por Radio Renascença (señal pactada para levantarse contra la dictadura de Marcelo Caetano), e interpretada por José Afonso, el mismito que actuara en 1968 en el festival fronterizo (seguido muy de cerca por la policía política).

La línea discontinua que dibuja el río Miño en el mapa, señalaba en aquellos tiempos dónde acababa la dictadura salazista y empezaba la franquista. Y esa misma línea, que en un mapa parece dividir, in situ y en realidad, une. (Si no, que se lo digan a los estraperlistas y contrabandistas del Miño en esas épocas de penuria y hambre). Esa permeabilidad y cercanía (a pesar de las líneas discontinuas) hace de este festival en la actualidad el mejor reclamo para reunir a hermanos obligados a entenderse y quererse. (Oporto está a 100 kms, y Vigo a 50 kms). Y, al igual que una piedra tirada al Miño une con sus ondulaciones concéntricas ambas orillas, la onda sónica niega la separación y alimenta sistemas auditivos de aquí y de allá.

Pero el desarrollo vital de este festival a orillas del Miño se parece más al Guadiana. Desde sus inicios ha tenido abundantes y largas interrupciones. Tras las primeras cuatro ediciones de marcado estilo folk, resurgió en 1971 con actuaciones como las de Manfredd Mann y Elton John. En 1982 fue la 2ª gran edición, y tocaron, entre otros, U2, The Stranglers y Echo & the Bunnymen. La 3ª gran edición fue en 1996, algunos de los participantes fueron The Stone Roses, The Young Gods, Madredeus y los gallegos Heredeiros da Crus. Comienza en 1999 una época dorada y continuada de 8 años en los que se pudo disfrutar de lo más granado de la música pop, rock y folk emergente, consagrada y de leyenda: entre una innumerable lista de grandes artistas sobresalen Pretendres y Tindersticks en 1999; Sonic Youth, Alannis Morrisette y Iron Maiden en 2000; Beck, Neil Young y Ben Harper en 2001; Rammstein, Manu Chao y UB40 en 2002; Sepultura, Public Enemy, Tricky y Rufus Wainwright en 2003; Peter Gabriel, The Cure, BobDylan Y PJ Harvey en 2004; Peter Murphy, Joe Cocker y Robert Plant en 2005, y en 2006 Iggy Pop and the Stooges. Tras una edición en 2014 de perfil bajo, vuelve en 2016 para iniciar lo que debería ser un sexenio consolidador. La pasada edición contó con viejos conocidos y nuevas incorporaciones al elenco del festival más antiguo de Portugal (y de la península ibérica). Entre otros, mojaron sus pies en el Coura (río que cruza la parroquia vilarense), Peter Murphy, Happy Mondays, OMD, Echo & the Bunnymen, The Waterboys y Tindersticks. 

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Este año el festival cuenta, desde el 24 al 26 de agosto, con Primal Scream, Jesus and Mary Chain, Boomtown Rats, Psychedelic Furs, Dandy Warhols, Young Gods, The Mission, Morcheeba, The Veils, Avec, 2ManyDJs y Capitão Fausto. A última hora se ha sumado al cartel Salvador Sobral, ganador de la edición de este año de Eurovision. Con este plantel, Vilar de Mouros sigue demostrando su encantador eclecticismo y entrañable heterogénesis, y, de esta forma, podrá seguir consiguiendo que le tiemblen las rodillas a la mayor parte de los que allí se congreguen. ¡Y que así sea por mucho años!

Vilar de Mouros suena, luego existe.

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