
Calentábamos motores para la visita de Biffy Clyro en las semanas previas al concierto con su nominación para los Brits Awards en la categoría de mejor grupo británico, y con el estreno de su último single, gran despilfarro pirotécnico mediante, “Flammable”, perteneciente al disco que también da nombre a la gira, “Ellipsis”, que arrancaba en nuestro país con los conciertos de Madrid y Barcelona.
Y nos acercábamos al Wizink Center, antes Barclay Card Center y antiguamente Palacio de los Deportes de Madrid, con cierta inquietud porque, a pesar de que su popularidad ha aumentado enormemente desde que los conociéramos por primera vez al actuar de teloneros de Muse en la gira “The Resistance”, no sabíamos si era un recinto demasiado “ambicioso” para un grupo que, en España, no tiene el apoyo de las masas como ocurre en su Escocia natal. Desgraciadamente nuestros peores presagios se cumplieron al comprobar que la banda escocesa, destinada en un futuro no muy lejano a realizar multitudinarias giras por estadios, no fue capaz ni tan siquiera de llenar la pista central del recinto madrileño. Contingencia que no fue impedimento para crear una comunión perfecta entre público y banda y demostrar que más vale calidad que cantidad.
Puntuales a su cita hicieron su aparición, en un escenario sin muchos alardes pero sí con un potente equipo de sonido e iluminación, los multitatuados y descamisados Simon, James y Ben, reforzados por un teclista y una guitarra rítmica, y fue tras comenzar a sonar los atronadores acordes de “Wolves of Winter” cuando rememoramos aquel “That Golden Rule” con el que comenzaron su actuación allá por 2009, cuando no sabíamos ni quiénes eran ni cómo se pronunciaba su nombre, y que hizo que nos rindiéramos a sus pies inmediatamente. ¿Cómo no nos íbamos a enamorar de un grupo que dice que Queens of the Stone Age son la mejor banda del mundo?

Una de las cosas que más nos gustan de estos chicos es el estilo propio que les caracteriza, en ocasiones amenizado por acompañamientos orquestales casi sinfónicos, que nos recuerdan a esos Silverchair de finales del siglo pasado, como en “Living is a Problem Because Everything Dies” y que consiguen dar una gran profundidad al sonido, como ocurre en “Biblical”, temas que protagonizaron los comienzos de la actuación.
Simon Neil, ejerciendo de carismático líder, hacía gala de esa voz tan genuina que posee y que puede modular a voluntad, con un registro que varía desde la dulzura de un niño en canciones pseudoempalagosas como “Re-arrange”, a desgarrarse completamente destrozando nuestros tímpanos como al final de “In the Name of the Wee Man”.
De maravillas como “Black Chandelier”, canción que tiene el poder instantáneo de hacer que me sienta feliz, a la alegría y el buen rollo de “Bubbles”, “Friends and Enemies” o “Howl”, temas que pusieron a todo el recinto a aullar al techo del pabellón, cual manada de lobos aúlla a la luna llena, el trío conseguía plenamente lo que pretendía; complacer a su legión de seguidores con un espectáculo redondo, completo y sin fisuras, con un repaso amplío de “Opposites”, “Only Revolutions” y de “Ellipsis”, rescatando también lo mejor de “Puzzles”, de “Blackened Sky” y de “Infinity Land”.
Por suerte, y en medio de un pogo sin fin, los escoceses nos daban un respiro para coger aire. “Herex” o “Medicine”, tocada en acústico, cumplieron con esa función, permitiéndonos llegar frescos a “Mountains”, “Flammable”, “That Golden Rule” y la coreadísima “Many of Horror” que cerraba el concierto, quedando para los bises “Machines”, “Animal Style” y una apoteósica “Stingin Belle”.

Porque no tenemos que perder la perspectiva. Y es que, a pesar de que no pueden evitar dar un toque melódico a todos sus temas, aunque sea sólo allí, en el fondo, la música de Biffy Clyro es pura energía, con riffs electrizantes de guitarra y baterías contundentes donde, además, parece que las cuerdas vocales del cantante se vayan a romper de un momento a otro por el castigo inhumano al que se ven sometidas.
En definitiva, un directo incendiario que no deja indiferente y que les consolida en la primera división de las grandes bandas. Sólo esperamos que en un futuro tengan en España el reconocimiento que se merecen. Ellos son Biffy Fucking Clyro.
